lunes, 7 de febrero de 2011

4. LOS VALORES CRISTIANOS

Un valor es un principio que consideramos importante al igual que la moral abarca los principios del bien y del mal, si la forma de conducta es buena o mala.

Así pues los cristianos transmitimos una serie de valores que hacen y ayudan a que este, nuestro mundo sea libre y justo, sencillo y alegre, paciente y solidario….etc.

Los valores sustentados por los Cristianos son:

EL AMOR: es el principio de todos los valores, originado en Dios y transmitido a través de la relación con los seres humanos.

LA EXCELENCIA: es la tendencia a mejorar y adquirir continuamente nuevos aprendizajes en la vida académica, social espiritual, laboral…
LA INDIVIDUALIDAD: es actuar con autonomía en el marco de la voluntad de Dios en la formación de una cosmovisión cristiana, en el desarrollo de la creatividad.

EL RESPETO: es el reconocimiento del valor y la dignidad de todas las personas y las obras creadas por Dios.

LA RESPONSABILIDAD: es rendir cuentas de los actos realizados y aceptar las consecuencias que derivan de ellos, en el cuidado de la salud, en la vida devocional personal e institucional, en el desempeño de los deberes estudiantiles y profesionales.

LA JUSTICIA: es la constante y firme voluntad de dar a Dios lo que le corresponde, y al prójimo lo que le es debido, actuando con parcialidad en el reconocimiento de Dios como el ser supremo, en el trato digno por las personas, en la elaboración y aplicación de normas y reglamentos y en la resolución de problemas.

LA HUMILDAD: es la estimación adecuada de uno mismo, sin subestimarse ni sobreestimarse.


LA TEMPLANZA: es la abstención de todo lo perjudicial y el uso moderado de lo que es bueno.
LA FE: es la confianza en Dios y la certeza de su revelación.

LA GRATITUD: es expresar agradecimiento en todo a Dios y a los demás.

ESPERANZA: es esperar el cumplimiento de las promesas de Dios.
Los valores cristianos son esenciales para la moralidad que agrada a Dios, y por eso debemos comprender la relación que existe entre valores y moralidad y vivir conforme a los valores cristianos, establecidos en la palabra de Dios.


 

Las primeras comunidades cristianas


El mensaje de Cristo llegó muy pronto hasta los confines del imperio romano, de tal manera que ya a finales del siglo l es posible encontrar cristianos en Roma y en los lugares más alejados del Imperio. Su conversión a la fe llevaba consigo un cambio radical de sentido en su vida, lo que produjo frecuentemente reacciones muy diferentes: desde la más rendida admiración y aceptación, hasta la persecución.
Los primeros cristianos tuvieron que superar costosas dificultades a base, muchas veces, de dar el supremo testimonio de su vida. Pero, aun en estos casos, la muerte no era algo temido para ellos, sino más bien un motivo de acción de gracias.
Los primeros cristianos no huyen del mundo eso lo harán algunos, por una llamada concreta de Dios, pasados algo más de dos siglos, se consideraban parte constituyente de ese mismo mundo: «Lo que es el alma para el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo».                      Pero esta consideración, de carácter espiritual, no significa oscurecimiento o pérdida de su condición de ciudadanos corrientes, porque no se distinguían de los demás hombres de su tiempo, ni por su vestido, ni por sus insignias, ni por tener una ciudadanía diferente. Cada uno de los primeros cristianos ocupaba su lugar en la estructura social de su tiempo, el mismo que tenía antes de convertirse. Si era esclavo no perdía su condición al hacerse cristiano, aunque su vida adquiriese un contenido sobrenatural.
Los caminos de acercamiento al Cristianismo fueron variados, algunos incluso extraordinarios, como le sucedió a Pablo. Otros fueron más normales, como le aconteció a Justino. A unos, los llamará el Señor a través del ejemplo dado por un mártir. Con posterioridad, el converso recibía una instrucción somera acerca de la fe que abrazaba. A continuación se preparaba para el Bautismo con actos de penitencia, ayunos y oraciones. La recepción del Bautismo suponía un cambio fundamental en la vida de quien lo recibía. «Nos hacemos hombres nuevos —escribe uno de ellos—, completamente recreados». Esta nueva vida bautismal era para los primeros cristianos una constante llamada a la santidad, no un asunto exclusivo de unos cuantos privilegiados, sino que todos se sentían urgidos a lograrla, dentro de las personales circunstancias de cada uno .
Los primeros cristianos tuvieron muy presente el testimonio de Cristo con su vida de trabajo, ya que «fue considerado El mismo como carpintero, y fue así que obras de este oficio (arados y yugos) fabricó mientras estaba entre los hombres, enseñando por ellas los símbolos de la justicia, y lo que es una vida de trabajo» .
Al proyectarse el mensaje cristiano sobre el trabajo —aun el peor considerado—, adquiere una dimensión nueva en Cristo . El trabajo tenía para los primeros cristianos un valor de signo distintivo entre el verdadero creyente y el falso hermano , así como una manera delicada de vivir la caridad para no ser gravoso a los demás.
Entre los primeros cristianos hay una clara concepción de la vida espiritual como un combate, que tendrá aire deportivo y espíritu castrense (1Cor 9, 24; 2Tim 2, 3). Los atletas griegos se entrenaban con una preparación rigurosa, y Pablo utilizará su ejemplo aplicándolo a la vida espiritual. El combate que ha de sostener el cristiano será una lucha espiritual contra los enemigos del alma , entre los que se encuentra el Enemigo por antonomasia .

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